Gabriela Polit Dueñas. Narrating Narcos, Culiacán and Medellín. Pittsburgh, PA: University of Pittsburgh Press, 2013 (Illuminatons: Cultural Formation fo the Americas).
Este trabajo es el resultado de un estudio etnográfico basado en la observación meticulosa y sistemática de prácticas culturales alrededor de la narcoliteratura como una forma válida de expresión para comunidades locales azotadas por la violencia que acompaña al narcotráfico y que, como sabemos, se ha convertido en un fenómeno editorial global en los últimos años. Su perspectiva, acorde con la extensión epistemológica del problema, es amplia y acepta una serie de contribuciones muy distintas, que van desde la reflexión sociológica (Pierre Bourdieu o Walter Benjamin) hasta un intenso trabajo de campo que nutre la investigación y le da forma con entrevistas y viajes a los dos núcleos topográficos presentes desde el título: Culiacán, en México, y Medellín, en Colombia, dos ciudades que en las últimas décadas se han consolidado como centros de corrupción y violencia extrema asociados al tráfico de estupefacientes. Como escribe la misma autora, “this book is a literary and cultural analysis but it also tells stories about the people I met and their experiences as witnesses and readers” (1-2). Polit Dueñas entrega en Narrating Narcos un libro que documenta la formación del género desde varias perspectivas, todas ellas oportunas (una, que aparece como leitmotiv a lo largo de toda la investigación, es el impulso dado al fenómeno por las casas editoriales, responsables, al menos en parte, de haber convertido el fenómeno local en uno global), pero también sus consecuencias; en varias ocasiones, como lo advierte su autora, podemos ver “that in these places, as Jorge Luis Borges would said, reality also imitates fiction” (7). El género literario ya no se ve nada más como una obra cerrada, sino que se concibe desde una óptica panorámica como “works of collective catharsis with which local readers identify”, porque “they become the most accepted description of a shared experience” (7). En este sentido, creo que sería oportuno rescatar el subtítulo que está registrado en la página legal y que desapareció de cubierta y portada: “Stories from Culiacán y Medellín”. La perspectiva etnográfica adoptada por Polit Dueñas permite recoger la historia oral que se ha formado paulatinamente alrededor de esta producción literaria.
Narrating Narcos propone una forma novedosa (y muy oportuna) de acercarse a los fenómenos literarios más recientes, donde ya no se ven nada más como obras literarias que deben articularse con otras obras literarias para entenderlas; al contrario, se les considera como prácticas culturales que deben ponerse en relación con otras prácticas culturales y que solo pueden analizarse a través del marco teórico complejo de la transdisciplina. Desde este horizonte, los eventos narrados se conectan con las experiencias de sus autores, pero también con la producción periodística (centrada, como es natural, en los mismos temas), con el fenómeno de institucionalización y canonización tanto en el ámbito editorial como en el de la crítica literaria, con otros ámbitos de producción cultural, con los lectores, etc. Polit Dueñas no renuncia a ninguna conexión significativa, de modo que en el análisis de los barrios de Culiacán y Medellín dibujados dentro de la narco literatura o en los testimonios anónimos de la gente durante su visita a las localidades se recupera información que permite reconstruir el fenómeno en su complejidad, sin desatender un conjunto de prácticas periféricas, de modo que su examen se extiende en muchas ocasiones al análisis de la obra plástica de Lenin Márquez, la de Juan Fernando Ospina, primeras planas de periódicos, carátulas de Cds de narco corridos, de crónicas periodísticas absorbidas por el éxito editorial de las novelas (Polit Dueñas dedica un capítulo completo del libro a Javier Valdez Cárdenas y a su libro Malayerba: crónicas del narco) y, por supuesto, a un intenso trabajo de campo basado en entrevistas realizadas durante diferentes estancias en ambas localidades. En esta columna vertebral se insertan análisis muy lúcidos de las obras de Élmer Mendoza, Fernando Vallejo, Darío Jaramillo Agudelo, Héctor Abad Faciolince y otros. La proximidad con el objeto de estudio y el enfoque etnográfico terminan por conferir un perfil fuertemente ético al trabajo; la decisión de estudiar narrativas recientes implica, desde la perspectiva de quien ejercita la crítica literaria, asumir su valor explicativo para una sociedad y también como una representación identitaria.
Polit Dueñas recorre el camino entre el trabajo etnográfico y el análisis literario de una forma dinámica y flexible, según se aprecia desde el mismo índice, lo que de inmediato inserta a quien lee, académico o no, en una narrativa compleja y polifónica. Así, en el capítulo I, “The Places” (23-46), Polit Dueñas ofrece un panorama de la historia reciente de ambas ciudades configurado a través tanto de testimonios locales como de periódicos y trabajos de reflexión académica; esta perspectiva se confronta con la del capítulo II, “The Book in Three Culichi Novels” (47-63), donde se analiza el prestigio del libro como una forma de expresión válida en sí misma (que raya en ocasiones con el fetichismo) y también en conexión directa con nuevas formas de representación de la realidad (donde se insertan autores como César López Cuadras, quienes no aceptan escribir narco literatura, sino que se miran a sí mismos como escritores sin etiquetas que, al retratar su circunstancia personal, insertan temas del narcotráfico simple y sencillamente porque ese es el contexto en el que se desarrolla esa circunstancia personal).
Narrating Narcos es un trabajo etnográfico que logra ir más allá de las páginas del libro para encontrar los eventos que las nutren, los individuos que las leen, las condiciones del mercado editorial que rigen su publicación y demanda global, y que permite entender mejor, en su conjunto, las prácticas culturales de representación generadas por la violencia. Este trabajo de Gabriela Polit Dueñas, fiel a su perspectiva crítica, se pregunta en las últimas páginas si este es el camino correcto: la estetización que transforma la violencia y sus repercusiones, que glamoriza la violencia a través de su representación, ¿no termina por trivializar y neutralizar, digamos, los efectos de los discursos artísticos sobre la sociedad? Esta es una de las muchas preguntas abiertas por Narrating Narcos para la discusión.
Alejandro Higashi
Universidad Autónoma Metropolitana – Iztapalapa